¿Cómo se alcanza la salvación?

Esta es una pregunta muy importante. Si te la estás haciendo, es porque eres consciente de que la necesitas. Pero hay un detalle esencial que debes conocer, y lo veremos a través de la Palabra de Dios, la Biblia, que es lo único que tenemos para conocer Su voluntad.

La salvación no puede ser alcanzada.
Tú no puedes alcanzarla. El ser humano está incapacitado para hacerlo; por mucho que lo intente, no puede conseguirlo.

Entonces quizás digas:
“¿Qué puedo hacer para alcanzarla?”
Pero esa pregunta sigue en la misma línea de error: creer que puedes hacer algo.
No puedes hacer nada.
Lo siento.
Tranquilo o tranquila, porque aquí viene la buena noticia: aunque tú no puedes, Dios sí puede, y Él diseñó un plan perfecto para hacerlo.

Quizás pienses que ya te lo han contado, pero la verdad es que pocos lugares muestran la verdad completa. La mentira está precisamente para mantenerte lejos de Dios, aunque creas que estás cerca.

Sí, hablo de la religión: de esos grupos que te dicen que “si crees”, “si te arrepientes”, “si te bautizas”, “si oras”, o que “ya eres salvo porque todo está hecho”.
Todo eso es mentira.
Ahora te mostraré la verdad.

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El hombre está totalmente incapacitado para salvarse, y Dios lo sabe. Por eso envió a su Hijo al mundo, para pagar lo que nosotros merecíamos.
Hasta aquí, todo parece igual a lo que ya escuchaste…
Pero aquí viene la parte que pocos entienden:
aunque tú no puedes hacer nada para salvarte, sí puedes hacer algo para rechazar la salvación.

¿Y cómo se rechaza?
Creyendo otra cosa distinta a la verdad, que es Cristo.

Tal vez digas: “Yo sé cuál es la verdad”, pero la verdad no es algo que puedas comprender con tu mente ni aprender por ti mismo.
La verdad es Cristo, y solo Él puede revelarse a quien quiere.

Y de nuevo, aquí entra la religión.
Todo lo que te han enseñado —“cree”, “arrepiéntete”, “no peques”, “ora”, “ayuna”— son acciones, cosas a hacer.
Y precisamente esas cosas, cuando las haces creyendo que te acercan a Dios, te impiden ver la realidad: solo Cristo puede salvarte.

Piensa en esta imagen:
Estás en un barco que se está hundiendo. Necesitas salvarte. Pero con tus medios es imposible. No sabes nadar, o si sabes, el mar está lleno de tiburones; incluso si lo intentas, el cansancio te matará antes de llegar a la orilla.
Necesitas que alguien te rescate.

De repente, aparece otro barco. Ese es Cristo.
Él no viene a enseñarte a nadar, ni a darte instrucciones para flotar: Él viene a salvarte.

La religión, en cambio, te enseña a usar el salvavidas, a moverte en el agua, a contener la respiración… pero no te dice la verdad: no puedes salvarte.

Así que, la respuesta final a la pregunta “¿Cómo recibir la salvación?” es esta:
no se trata de hacer, sino de recibir.
Y eso solo ocurre cuando Él te da la gracia, no cuando tú intentas tomarla.
Es la Palabra la que te prepara para que llegue ese momento en que Dios mismo te rescata.

“Él, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas.”
(Santiago 1:18, RVR60)

Nada de lo que somos puede salvarnos; estábamos muertos espiritualmente, sin posibilidad de responder, sin vida para hacerlo.

las mentiras de la religion

“Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados.”
(Efesios 2:1, RVR60)

Pero Dios, movido por Su misericordia, hizo lo que nosotros no podíamos hacer.

“nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo.”
(Tito 3:5, RVR60)

Y cuando Él salva, todo cambia: ya no somos los mismos, porque no solo hemos sido perdonados, sino hechos nuevos.

“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.”
(2 Corintios 5:17, RVR60)

Así concluye la verdad:
no se trata de lo que el hombre intenta hacer para alcanzar a Dios, sino de lo que Dios hizo para alcanzar al hombre.
La salvación no se conquista, se recibe.
Y quien la recibe, vive.

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