EL PRINCIPIO DEL CAMINO A EN CRISTO

Jose Luis Grondona

Jose Luis Grondona

Autor

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Recuerdo cuándo sentí profundamente el llamado de Dios. Fue en ese momento donde todo parecía desmoronarse. Nada de lo que había aprendido servía para salir de la crisis. Me vi completamente solo. Todo el mundo me había abandonado. No tenía a nadie. Y entonces, sin ruido, apareció Él.

No fue una aparición sobrenatural. Fue algo sutil, inesperado, dentro de lo natural. Dios usó a una persona para darme su Palabra. Me compartió este versículo:

He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo. Apocañipsis 3:20

No entendía cómo me estaba llamando. No sabía qué puerta era esa ni cómo se abría. Solo sabía algo: si Él existía, yo lo necesitaba.

Aquella noche hice mi primera oración. Sin saber si podía hablarle directamente, le hablé. Le pedí que me guiara. Que me diera la paz que necesitaba. Y aunque no entendí mucho, recibí algo real: esperanza.

Me gustaría decir que desde entonces todo fue un camino de rosas, pero no fue así. Sentí el llamado. Empecé a considerar que Dios existía. Comencé a creer que quería participar en mi vida. Pero eso fue solo el principio. Desde ese día comenzó un trato largo, un proceso, un camino lleno de engaños, confusión y religiosidad. Un camino que me llevó —por gracia— a conocer la verdad.

Este sitio nace de ahí. De ese proceso. Porque no es lo mismo estar junto a Él, seguirle, buscarle, desearle… que estar en Él. El sistema del mundo —y también el sistema religioso— te hace creer que ya estás “en Cristo” cuando en realidad aún estás fuera. Y eso ralentiza la obra, la endurece, la llena de sufrimiento innecesario.

Mi deseo es que estas reflexiones sirvan para los que están en búsqueda. Para los que han oído el llamado, pero aún se sienten lejos. Para los que no se conforman. Porque Dios no deja a nadie a medias.

Recuerdo haber leído:

Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; Gálatas 5:22-23

y no entender por qué eso no me pasaba a mí. Ni lo veía a mi alrededor. Pero eso es real. Eso existe. Eso es, cuando uno está en Cristo.

ejemplo de estar en Cristo

Desde que me llamó hasta que realmente fui rescatado, hasta que nací de nuevo, pasaron más de veinte años. No fueron años perdidos. Fueron años de gestación. El Espíritu Santo estaba formando algo en mí.

Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios. Juan 1:12–13

Oro para que el tiempo que inviertas en leer estos textos sirva para el propósito de Dios en tu vida. Para mí, escribirlos es darle voz a lo que está en mí, o mejor dicho, a Él, que habita en mí.

Y si algo de lo que lees no entiendes, si algo te incomoda, si te duele, si te genera preguntas… no te calles. Este sitio no es para aparentar espiritualidad. Es para acompañarte en el trato que Dios tiene contigo.

No dejes que el mundo te entretenga. No dejes que te robe este momento. Pregunta. Aunque sea en silencio. Aunque sea anónimo. Eso ya es parte del llamado.

Estar en Cristo no es un logro. Es el resultado de una obra que solo el Espíritu puede hacer. Y tú… simplemente recibes. Y mientras todo se rompe, Él te forma. Y cuando menos te lo esperas… ya no estás con Él, ni tras Él… estás en Él.